El término artritis se refiere a algo que plantea muchas preguntas, incluidas las similitudes con otras afecciones médicas, los síntomas que permiten reconocerlo y los posibles remedios. A continuación, veremos todos estos puntos en profundidad, para que cada pregunta pueda ser respondida.
La artritis es una condición inflamatoria crónica que afecta las articulaciones. Más de uno puede estar involucrado, tanto grandes como pequeños. A menudo se acompaña de una serie de otros síntomas, como hinchazón, enrojecimiento local, dolor, rigidez articular que puede provocar pérdida funcional y fiebre.
A menudo, la asonancia con la palabra "artrosis" crea confusión sobre estas dos enfermedades, hasta el punto de que es difícil distinguir una de la otra, a pesar de que se trata de dos enfermedades claramente diferentes. Lo que tienen en común es su carácter reumático y el hecho de que ambos atacan las articulaciones, provocando dolores que dificultan el movimiento de las extremidades.
La diferencia se refiere principalmente a la naturaleza de la causa de este dolor. En el caso de la artritis, es el desgaste continuo al que se somete el cartílago de la articulación, que da lugar a un proceso degenerativo. Los extremos articulares se juntan de manera anormal, hasta que están en contacto directo y provocan un dolor que persiste durante el uso y disminuye en reposo. Las articulaciones que tienen más probabilidades de ser víctimas de la artrosis son las principales, debido a las tensiones más frecuentes. Por ejemplo, caderas, rodillas, manos, pies y hombros.
La artrosis, por otro lado, es una enfermedad autoinmune de naturaleza inflamatoria, y es crónica. Se presenta con independencia de la edad del sujeto, sin una correlación específica con ningún tipo de factor y suele desarrollarse de forma bilateral, afectando a manos, pies, muñecas y tobillos. En este caso, el dolor es constante, al igual que la rigidez articular. Además, se puede producir hinchazón.
¿Cuáles son los síntomas de la artritis?

Como decíamos antes, los síntomas que provoca la artritis no son constantes en su manifestación, lo que depende mucho de las circunstancias. Es por esto que pueden ocurrir de forma intermitente pero a lo largo de la vida, alternando entre periodos de fuerte intensidad y una latencia que puede durar años.
Principalmente, el dolor físico incluye dolor en las articulaciones, que pueden endurecerse y producir ruidos durante el movimiento. Visualmente pueden hincharse, enrojecerse y sentirse calientes. En casos extremos, puede ocurrir hinchazón o deformidad. La persona también será propensa a fatigarse más fácilmente y la inflamación puede provocar un aumento de la temperatura corporal.
Pero no se deben pasar por alto los síntomas psicológicos que puede producir esta condición, proporcionando un terreno fértil para la aparición de problemas emocionales como la ansiedad y la depresión, provocados por sentirse inútil, no autónomo e impotente ante el avance de la enfermedad. En consecuencia, pueden surgir dificultades a nivel social, como la tendencia a aislarse, en el trabajo o en la escuela, y todo ello redunda en un empeoramiento de la calidad de vida en el sentido más amplio.
La formulación del diagnóstico la realiza el reumatólogo que, después de recoger los datos anamnésticos, realiza la evaluación clínica del paciente durante un examen para identificar los signos y síntomas que revelan la presencia de la enfermedad. Después de la observación, se realizan exámenes con instrumentos de laboratorio, como análisis de orina, pruebas de líquido sinovial, rayos X, tomografías computarizadas, resonancias magnéticas y artroscopia, que analiza el cartílago y los ligamentos. Finalmente, se realizarán pruebas más específicas para conocer la naturaleza de la artritis y, dependiendo de la zona afectada, podrán intervenir médicos especialistas para profundizar en el estado del paciente.